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Las manos de mujer que recogen el té

Las manos de mujer que recogen el té

En las grandes plantaciones de té es difícil ver un hombre y si lo ves es normalmente el único que no trabaja. Son las mujeres las que se dedican a ello, las que pasan largas jornadas recogiendo sólo las hojas verdes y tiernas de cada planta. Sus manos son expertas: solo con el tacto pueden diferenciar que hoja está a punto para ser recogida y cual debe esperar.

Dependiendo del país a donde nos acerquemos su indumentaria es más o menos occidental, pero todas llevan grandes canastas que cuelgan a sus espaldas y que acumulan, al final de la jornada entre 15 y 30 kilos.

Trabajan largas jornadas bajo el sol y soportando un nivel de humedad enorme, pero normalmente lo hacen de buen talante y bromeando entre ellas. A nuestros ojos es casi esclavismo, pero para ellas es la puerta de la libertad. Esos 2 euros de salario diario las convierte en el motor de su familia, las iguala a los hombres, les da más libertad.

Cuando empezaron muchas de ellas, las más ancianas, trabajaban a cambio de alimento. La mayoría pertenecía a castas inferiores y era su única forma de subsistir. Esto lo sabía bien los colonos ingleses cuando sustituyeron, a finales del siglo XIX, los campos de café por el té. Contrataron la mano de obra más barata para adquirir el producto más rentable.

Poco a poco han ido ganando en derechos, para nosotros en el primer mundo la situación sigue siendo dura, para ellas es la diferencia entre no ser nada en la sociedad o ser respetadas.

Desde Mistelánea, a pocos días del día de la mujer, queremos reconocer su trabajo y animarlas a seguir ganando derechos.Una sociedad de mujeres libres es una sociedad sana.

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