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Teína y cafeína, ¿es lo mismo?

Teína y cafeína, ¿es lo mismo?

Sí, la respuesta es sí. Teína y cafeína son lo mismo. Pero, si está tan claro ¿por qué tanta confusión? Digamos que es un lío que se remonta a su descubrimiento. Cuando se conoció la cafeína como componente del café, allá a principios del siglo XIX, todo el mundo dio por sentado que el té tendría una sustancia parecida, o incluso propia. Poco después se supo que no, que estamos ante la misma molécula, sin embargo, su nombre, cafeína, quedó unido al café.

¿Qué es la teína?

Como comentamos arriba, la teína es una molécula exactamente igual a la cafeína que actúa como estimulante del sistema nervioso disminuyendo el sueño y reduciendo la sensación de fatiga. 

Se trata de un alcaloide del grupo de las Xantinas, cristalino, blanco y de sabor amargo que actúa como estimulante.

La cafeína es, por tanto, una molécula que, dependiendo del alimento en el que se presente, puede tomar diversos nombres. De hecho, más allá del té y el café son muchos los alimentos y bebidas que incorporan cafeína en su composición. Plantas como la guaraná, el mate o el cacao también tienen un contenido en cafeína que llega a nuestro organismo cuando los consumimos. Además de productos naturales, también incorporan cafeína sintetizada productos como los refrescos, incluso algunos medicamentos.

Teína vs cafeína

Ya sabes que estamos ante el mismo agente químico ya hablemos del café, del té o del cacao. Lo que sí es cierto es que algunos estudios apuntan a que la forma de asimilar la cafeína del té es opuesta a la del café. Es mucho más lenta debido a la combinación con otros componentes.

Sin embargo, lo que es claramente diferente es la cantidad de cafeína que tiene cada planta. El café tiene mucha más que el té. Esta es la razón por la que se identifica al té con una bebida que promueve la concentración, mientras el café puede inducir estados de nerviosismo y ansiedad.

De todos modos tanto dentro del mundo del café como dentro del mundo del té, hay grandes variaciones en la cantidad de estimulante que contienen. Por ejemplo, el té negro tiene mucha más teína (o cafeína) que el té verde. El té rojo, o Pu Erh, está más o menos a la par que un té verde común. Pero entre los tés verdes también los hay con alto contenido en teína como el Gyokuro (esto se debe a la forma de cultivo) y especialmente bajos en teína como el Kukicha, el Hojicha o el Bancha.

Lo mismo ocurre con el café. La variedad robusta, que utilizan buena parte de los cafés económicos, tiene casi el doble de cafeína que el café arábico, más apreciado.

Estimulante ¿necesario?

Por una vez, y sin que sirva de precedente, vamos a dejar el té a un lado y vamos a echar un vistazo a este estimulante presente en varias bebidas.

Lo primero que tenemos que saber es que científicamente los efectos máximos de la cafeína se producen al menos una hora después de llegar al torrente sanguíneo. Así que el té o el café que nos tomamos por la mañana tarda al menos ese tiempo en hacernos efecto físico. Y es que el efecto placebo es muy importante, ya que muchas veces decimos eso de “necesito un té cargadito para ponerme en marcha” y en realidad nos ponemos en marcha mucho antes de que haga efecto real.

Sí es cierto que una dosis moderada de este estimulante permite que nos mantengamos alerta. Por ejemplo, en los templos budistas. Hay un monje encargado únicamente de llenar una y otra vez los cuencos del resto de los compañeros. Ese té de primera hora de la mañana (y eso en un templo budista es muuuuy temprano) se toma con mantequilla y les despeja y les ayuda a encarar las largas horas de meditación que tienen por delante.

¡Llevamos siglos enganchados!

Parece que la cafeína es una cuestión moderna ¿verdad? Pues es una muy antigua, si bien es cierto que en la actualidad hemos perfeccionado mucho su uso. Por ejemplo, Red Bull, una bomba de cafeína, tiene casi el triple de cafeína que una Coca-cola y casi 100 mililitros menos de líquido. Desde luego, el uso que se hace en estos casos no tiene nada que ver con la salud o con mejorar la concentración, ni siquiera muchas veces de disfrutar de una bebida. Se busca "el subidón", se pretende "aguantar sin dormir".

Nada que ver con esto es el uso que se le ha dado al té históricamente. Ya se hablaba del él como una bebida que despejaba la mente en los escritos del Taoísmo del siglo VI a. C. Pero en ese caso se pretendía mejorar el rendimiento intelectual, pero no a costa de la salud o buscando un rendimiento inmediato tal y como hacemos ahora.

El té también ayudó mucho en la Revolución Industrial. ¿Qué por qué? En buena parte porque esta bebida vino a sustituir a la cerveza, la que digamos "ralentizaba" el trabajo de los operarios. Pero también porque con la práctica de hervir el agua se erradicaban buena parte de las enfermedades que se sufrían en aquellos tiempos. Además, el té de los descansos mantenía la mente lúcida. Sin embargo, cuanto más moderno se vuelve un país más prolifera el mal uso de este estimulante natural y más dependiente se vuelve de él.

Mal uso de la cafeína fruto de la vida moderna

Parte de la historia de la humanidad estuvo regida por los ritmos solares, por las estaciones y por los propios biorritmos. No obstante en la vida moderna contamos con la luz eléctrica y con un afán (querido o no) de trabajar y producir hasta cuando nuestro cuerpo manifiesta "para, ya es hora de descansar". Es en este momento en el que el buen uso del estimulante para activar la mente, se convirtió en una droga psicoactiva que junto a las enormes cantidades de azúcar que se le añaden y las burbujas se convierte en una verdadera bomba. Y lo hemos interiorizado hasta tal punto que nos parece normal: apenas nos sorprendemos cuando vemos a un niño de 5 años tomando un refresco de cola, mientras nos llena de extrañeza que asome la nariz a una taza de té verde.

Pero sin descanso no hay capacidad de estar en plenas facultades, ni físicas, ni mentales, ni emocionales. Aunque ahora esté muy de moda dormir poco y llevar un ritmo vertiginoso durante el día, eso no significa que hagamos las cosas bien, o tan bien como si hubiéramos descansado todo lo necesario.

Nos empezaron a vender a través de la publicidad que hay que estar siempre activos, asumiendo riesgos y que parar es sinónimo de pereza. Quien no recuerda el “Red Bull te da alas”, mientras la marca empezó a patrocinar deportes de riesgo.

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